Abro un nuevo pequeño ciclo.
El encabezamiento, creo que ya os ha dado una idea concreta sobre lo que tratará. Durante seis post, comentaré las películas que a lo largo de mi vida cinéfila, han dejado en mí un regusto amargo de tristeza, tras su visionado.

Erich von Stroheim realizó esta película en 1923. Al espectador nos ha llegado una versión recortada de ella, con una duración de menos de 2 horas, pero Stronheim filmó 96 horas, con la intención de que quedara reducida a 9. Por supuesto, los estudios la condensaron al máximo, y quedó aún así, con un metraje muy superior al de las películas que se estrenaban por aquellos años.
Posteriormente, se realizó un montaje de 4 horas, con material gráfico, y la propia estructura de la novela en la que se basó, lejano también a la idea primitiva de su director.
Nunca sabremos que resultado habrían dado esas 9 horas que el proyectaba, pero lo que nos ha llegado, basta para que podamos considerarla una obra maestra de todos los tiempos.

0 comments:
Post a Comment