La New Line se coronó con la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’, ofreciéndonos durante tres años seguidos tres maravillas a cada cual mejor, dando un ejemplo de como debe hacerse una buena adaptación. Peter Jackson abrió la veda de este tipo de films, y ahora existe una especie de “guerra” entre distribuidoras por sacar cada año el mejor film de aventuras fantasiosas en este estilo. ‘La Brújula Dorada’ es la nueva apuesta de la productora New Line por sumarse de nuevo a la moda (si algo funciona, ¿por qué dejar de hacerlo?). Se trata de una nueva trilogía inspirada en los libros de Philip Pullman. Desconozco si cada año tendremos una nueva entrega, y sinceramente me importa bien poco, pues estamos ante una de las peores películas de este año, por no decir ante una de las peores del siglo.
Mi compañera Beatriz comenta en su crítica de ‘La Brújula Dorada’ en alguno de los párrafos que el film tiene un claro ataque a la Iglesia, ataque que no existe en uno solo de los lamentables fotogramas de la película. Por lo que sé, dicho ataque, o crítica, o como queráis llamarla, sí existe en la obra literaria, pues Pullman es un ateo confeso. Para que no hubiera protestas por parte de algún sector fanático (cosa que no han conseguido, por cierto), los productores decidieron suavizar todo lo referente a este tema. Una pena.
Como ya debéis saber todos a estas alturas, el argumento de la película gira en torno a una niña, que en un universo paralelo decide ir en busca de un amigo desaparecido. En dicha búsqueda, la niña se verá envuelta en algo mucho más importante que rescatar a su amigo, algo tan valioso de lo que sin duda dependerá el destino de todo el Universo y todos sus mundos, paralelos, oblicuos, rectangulares y simétricos.
‘La Brújula Dorada’ es un producto prefabricado de tal forma que nada de lo que hay en ella nos sorprende ni lo más mínimo. Todo nos suena a ya visto, algo que tal vez se deba a lo terriblemente saturados que estamos de este tipo de películas en los últimos años. Pero además de eso, en el film no se realiza ningún esfuerzo por intentar algo verdaderamente bueno y lleno de fuerza, algo que de una forma u otra llame la atención del espectador, sea éste de la edad que sea. Porque si algo tiene ‘La Brújula Dorada’ es que no es precisamente una película destinada exclusivamente al público infantil, de hecho, creo que algunos niños podrían quedar traumatizados por alguna que otra secuencia de extrema dureza (atención a cierta lucha entre osos). O eso, o yo me estoy volviendo un blandengue de tres pares de narices. Sinceramente, se me escapa el público al que está destinado el film, puede que a todos y a ninguno. Que esta película pueda ser un éxito de taquilla es algo que me llena de preocupación.
Chris Weitz, que junto con su hermano, nos deleitó en su momento con ‘Un Niño Grande’, se ha enfrentado él solito a la doble tarea de dirigir y guionizar la película, fracasando estrepitosamente en ambas facetas. En la primera por una puesta en escena totalmente inexistente, sin la más mínima personalidad, y en lo segundo por servirnos una historia que avanza a trompicones, donde las cosas suceden porque sí, los personajes atraviesan grandes distancias en menos que canta un gallo, y los diálogos son tan ridículos, que el film produce risa sobre todo en su segunda mitad, cuando ya hemos dejado la fase de la estupefacción y toca reírnos a carcajadas (si vais acompañados, mejor que mejor, así no os mirarán extrañados como en cierta sesión el pasado miércoles). De acuerdo que el film es el inicio de una trilogía y los hechos no acaban más que empezar, asistiendo a lo que podríamos llamar una presentación, tanto de la historia como de los personajes. Lo mismo es el primer film de Peter Jackson sobre la obra de Tolkien, y la sensación de estupidez no existe en esa película, como sí ocurre aquí. No hay pasión, no hay entrega, y a veces parece que ni ellos mismos se creen lo que nos están contando. ‘La Brújula Dorada’ necesitaba de otro director con más garra y personalidad.
Como es también habitual en este tipo de producciones (por lo menos en las que manejan unos más que altos presupuestos) es que su reparto esté lleno de caras conocidas, por eso del reclamo taquillero. Daniel Craig y Nicole Kidman, que repiten tras la increíblemente superior ‘Invasión’ (así están las cosas) no hacen demasiado por destacar, el primero sale demasiado poco, y la segunda está un poco cargante. Sam Elliott decide insultar todo el maravilloso mundo del western con su composición, y Eva Green se pasa toda la película con una cara de mala leche que asusta. En cuanto a la protagonista de la función, Dakota Blue Richards, no tiene el suficiente carisma como para hacer inolvidable su personaje. Al grandísimo Christopher Lee sería mejor ni nombrarlo, porque es visto y no visto.
Sí, aún faltan dos entregas más y a lo mejor, con la intervención de un milagro, tanto la historia como los personajes serán mejor desarrollados que aquí. Con poco que lo hagan ya lo habrán mejorado notablemente. Un servidor ya no está interesado es continuar estas supuestas aventuras, llenas de efectos especiales, pero vacías en todo lo demás. El bodrio de estas Navidades, sin duda.
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