Y sigo con películas típicas para esta fiestas navideñas, como la anterior, con la que por cierto guarda algunos parecidos ‘Mr. Magorium y su Tienda Mágica’ (‘Mr. Magorium’s Wonder Emporium’, 2007), película que si sirve para algo es para demostrar una vez más lo maravillosa que es Natalie Portman, quien decidió protagonizar esta película porque Zach Helm la llamó contándole que quería hacer algo parecido a la historia de ‘Charlie y la Fábrica de Chocolate’ con la que tiene no pocas coincidencias. Viniendo de Helm, y teniendo en cuenta que a principios de año nos hizo disfrutar de una historia como la narrada en la excelente ‘Más Extraño que la Ficción’, uno podría esperarse algo realmente original. Si a eso le añadimos que la Portman iba a estar acompañada por Dustin Hoffman, pues no había motivo alguno para tener miedo. Pero el resultado es más bien decepcionante, a pesar de algunos aciertos y sus buenas intenciones.
‘Mr. Magorium y su Tienda Mágica’ cuenta una simple y sencilla historia: un hombre que ha estado a cargo de una tienda de juguetes durante más de 200 años, ha de retirarse pues le llega la hora. Antes de partir quiere dejarlo todo arreglado y deja la tienda a su joven ayudante, una concertista de piano que sueña con tocar en sitios distinguidos. Pero ella no tiene tanta fe, y la tienda sin fe no es nada, se muere. Sea como sea, tendrá que recuperar la fe perdida y volver a creer en la magia.
La historia apenas existe, no es más que una premisa extendida durante hora y media, sin que se desarrolle verdaderamente ni exista el más mínimo conflicto argumental, dejando raquítica una película que podía haber dado muchísimo juego. Uno de los aspectos más desaprovechados es el juego con lo real y lo fantástico, o mágico. Desde el principio tenemos claro que todo lo que vemos es cierto, es real, no dándole ni una oportunidad a jugar con la ambigüedad, algo que hubiera enriquecido más el film. En ese aspecto, Helm, como guionista, defrauda un poco, y a ratos la película parece una excusa para que se luzcan los de los efectos visuales y los de la dirección artística, creando una juguetería realmente asombrosa y llena de sorpresas, sin duda la verdadera protagonista de la historia.
Pero Helm no fracasa en todo. Para empezar logra que el espectador no se aburra, lo cual ya es bastante, y también acierta con algunos hallazgos visuales y de guión que incluso destacan demasiado en el conjunto. Me refiero a momentos como el encuentro de dos personajes en el hospital, enfocándose sólo sus manos que se acercan físicamente. O detalles como el intento de comunicación del niño protagonista con el contable, y que está mostrada como si se tratase de un chat, pero sin ordenadores de por medio. Apuntes realmente interesantes que brillan con luz propia en una película demasiado esquemática, a pesar de la simpatía que desprende.
Por otro lado, Natalie Portman y Dustin Hoffman hacen más llevadera la función. Ella porque es un encanto de actriz, capaz de dar vida a cualquier tipo de personaje, logrando aquí no caer en la ñoñería y que una vez más, nos enamoremos de ella. Y el segundo por lo extravagante de su personaje, que tal vez sea un poco histriónico, pero es que de otro modo no hubiera funcionado. Aún así, ambos personajes están bastante mal aprovechados, careciendo de profundidad aunque no lo parezca. A su lado el niño Zach Mills, con el típico personaje de niño introvertido de gran corazón, y Jason Bateman como el contable de la empresa, y que es de lejos lo peor de la película, no sólo por la pobre interpretación del actor, sino por lo risible de algunas de sus situaciones, tan forzadas como absurdas.
Una película pasable, disfrutable en algunos aspectos, pero decepcionante en líneas generales. Se ve, se pasa el rato y luego se olvida. Si Helm hubiera tenido un mayor arrojo como director estaríamos hablando de otra película, la que muy probablemente existía en su mente, o tal vez en la nuestra esperando demasiado.
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