Si querían igualar en la presentación de “John Rambo” el exotismo de Birmania, escenario de la última aventura del soldado más famoso del cine moderno, hay lugares en la capital que asemejan más ese salvaje entorno que el estadio Santiago Bernabéu. Aun así, hay que reconocer que la casa del Real Madrid dispone de una sala de prensa más que suficiente para acoger al importante número de medios convocados a la cita con el director y protagonista del film, Sylvester Stallone, que se mostró tan simpático y educado como cuando visitó la ciudad para presentar la jubilación de su otro gran personaje, el púgil de Philadelphia, “Rocky Balboa”. La diferencia entre uno y otro es que Rambo es una figura controvertida políticamente, aunque en este sentido Sly quiso abrir su comparecencia aclarando que «es neutral. No me molesta la controversia, ni la comparto. Lo que pasa es que a finales de los ochenta Ronald Reagan afirmó que era republicano, lo que provocó en la gente una identificación con ese partido. Pero no es así». Aclarado esto, satisfizo la curiosidad de los asistentes, intrigados por conocer los motivos que le han llevado a despedirse en tan corto espacio de tiempo de dos iconos modernos (si bien todavía está por ver que en efecto se trate del adiós final de Rambo). «La verdad es que todo se debe a una aceptación de mi carrera y situación. Estoy muy ligado a mi imagen de actor físico, es difícil cambiar eso. Cuando me retire de la interpretación, lo que haré pronto —confesó—, dirigiré proyectos centrados en otros temas».
Hay que destacar que este capítulo de la saga es, con mucho, el más violento de todos. La razón es contundente: «Quería reflejar lo que realmente es una guerra civil, lo que vemos todos los días en los telediarios es brutal y despiadado. Si quería ser honesto en el último Rambo, tenía que mostrarlo. Podía haber buscado una calificación PG-13 —en Estados Unidos, equivalente a menores de trece años— y ganar más audiencia y taquilla, pero no quería eso. Esta guerra lleva seis décadas activa, mientras hablamos ahora mismo están matando a la gente; aunque sabía que podían criticarme, no me importaba si contaba la verdad». Es cierto que la película es brutal en ocasiones, pero eso no evita que se eche en falta la participación del entrañable y paternal coronel Trautman, interpretado en las entregas anteriores por el fallecido Richard Crenna. «Ha sido duro hacerla sin él. Es un padre para Rambo, su conciencia, lo que implica que ahora él está más perdido, más aislado del mundo, si cabe. Esta historia es un auténtico viaje al infierno en muchos sentidos». Sobre ese entorno extremo, emerge sobre el resto del reparto el general birmano que hace las funciones de Némesis del protagonista. «Me pareció interesante extremar su carácter y actitud, por eso añadimos a su rol, viril y masculino, atributos como la misoginia y las tendencias a abusar de los jóvenes que retiene presos en su campamento. Es tremendamente oscuro y terrible».
En este contexto, quizá pueda interpretarse que el mensaje de la cinta es que a la violencia sólo puede responderse con más violencia. «No sé qué responder a eso, no en el mundo en el que vivimos —vino a aclarar, con un cierto halo de tristeza en el rostro—. El Bien, el Mal, es inevitable pensar que en la actualidad la paz es un accidente y que la guerra es el estado natural en el que viven demasiadas zonas del planeta. Personas mayores envían a sus jóvenes a pelear y a morir en el campo de batalla por causas injustificadas. El motivo por el que los muchachos acuden a la llamada es porque van a luchar por su país, y eso parece merecer nuestra aceptación. Es triste, pero la verdad es que no estoy muy seguro de que se pueda cambiar esta realidad». Sea como fuere, la taquilla americana ha respondido con una entrada directa al número 2 del box office, con más de dieciocho millones de dólares recaudados en su primer fin de semana, tan sólo por detrás de “Meet the Spartans”. «La película ha enganchado a una nueva generación de espectadores que saben quién es Rambo solamente de oídas, no han crecido con él. Internet se ha llenado de comentarios reflejando que esta entrega es brutal, sí, pero diferente. Ya he señalado que la intención no ha sido simplemente ganar dinero; el cine comercial es cada vez menos emocional, aporta cada vez menos a los espectadores. Por eso he tratado de hacer algo duro, pero distinto».
Es innegable que en su nutrida carrera como guionista y director, Sylvester Stallone ha demostrado tener una sensibilidad que puede chocar con su aspecto y filmografía. Porque personajes como John Rambo no tienen nada que ver con él a nivel personal. Sobre este tema ha confesado «realizar un gran esfuerzo, tanto por componer el papel como por investigar sobre el tema. He leído mucho, he hablado con combatientes que regresan de la guerra. Y he aprendido mucho sobre Birmania, sobre su situación, sobre su realidad. Al indagar cada vez más, aceleré el proceso de escritura del guión, tenía que retratar lo antes posible lo que está pasando allí. Recuerdo que llegó a afectarme personalmente, me desahogaba arrojando esos horribles libros de fotografías contra las paredes. Mi familia, incluso, dejó de hablarme durante un par de semanas, creyendo que estaba enfadado por algo…». Así se cerraba una rueda de prensa que supone uno de los últimos pasos de la estrella por nuestro país, una visita que acabó ayer noche acudiendo al preestreno de la película en Kinépolis Madrid, cine ganador del concurso organizado por Manga Films del que ya os habíamos informado anteriormente. El resto del público tan sólo debe esperar al estreno este próximo fin de semana en salas de todo el país para ver cómo John Rambo se despide del campo de batalla y vuelve a casa ¿definitivamente?
En las imágenes: Sylvester Stallone durante el photocall en el Santiago Bernabéu © 2008 LaButaca.net. Fotos de Ralf Pascual. Todos los derechos reservados.
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