Ni siquiera teniendo muy presente la condición de film entretenimiento que es "Vantage Point", se pueden permitir algunos de los desaciertos (llamemoslo errores, disparates, etc) de los que hace gala esta última cinta de acción proveniente de Hollywood.
Con un reparto de lo más peculiar, que une a Dennis Quaid con Matthew Fox (al que cuesta verlo fuera de una isla), a Eduardo Noriega con el oscarizado Forest Whitaker o a testimoniales presencias de Sigourney Weaver o Zoe Saldana, "Vantage Point" (conocida por aquí como "En el punto de mira") parte de un punto de partida bienintencionado y esforzado para tratarse de un film de acción de rápido consumo. Pete Travis ("Omagh"), el director del evento, se toma la molestia de narrar su película desde diferentes ópticas, las pertenecientes a los personajes que asisten a un discurso político de carácter internacional en Salamanca (y donde como no, está presente el presidente de los EEUU), y ese empeño es loable, aunque su falta de continuidad y la discutible utilidad de determinados puntos de vista en favor del desarrollo de la historia ponen en tela de juicio la necesidad de esta técnica como motor narrativo de la película.
Considerando entonces que esta técnica, instaurada por el gran Akira Kurosawa en "Rashomon", es tan solo una excusa como cualquier otra para hacer llamativa la propuesta, "Vantage Point" se reduce a un mero thriller conspiratorio y terrorista post 11-S, que es al fin y al cabo a lo que tiende la narración de Pete Travis.
Ya sea por imposición del que pone el dinero, del propio género o de la incapacidad de director por llevar a buen puerto este planteamiento "En el punto de mira", no es constante con su propuesta, que se presumía interesante, y acaba siendo sumamente previsible. Tan solo un entretenimiento rápido, donde se agradecen sus 90 minutos de duración, y donde destaca una buena secuencia de persecución automovilística por las calles de una desconocida Salamanca, deudora del mejor Jason Bourne.
Porque lo de Salamanca, se las trae. Los charros deben sentirse absolutamente ofendidos por la imagen de su ciudad ofrecida por la película, en donde el desconocimiento y la ignorancia ha llevado a sus creadores a pensar que podían convertir dos ciudades mexicanas como Puebla y Cuernavaca en la ciudad salmantina. Por "Vantage Point", que se desarrolla casi enteramente en la Plaza Mayor de Salamanca, deambulan policías que parecen salidos del Mundial de Mexico 86, la práctica totalidad de extras oriundos de Sudamérica, señales de tráfico que jamás se verán en nuestro país o barrios que podrían pertenecer a Tánger. Y todo eso, es algo que a ojos de los espectadores yankees pasará desapercibido, pero que aquí resulta ridículo, cutre y vergonzoso. A la altura de aquellas falleras en la Semana Santa Sevillana que vimos en "Misión Imposible II".
"Vantage Point" es una insuficiente (aunque ligeramente entretenida) cinta de acción, que traiciona a su premisa inicial, que se convierte en previsible en el momento en que esconde a personajes de importancia en la trama (por lo que ya sabemos quien es juega sucio), que cuenta con una pobre parte final y que además no será tolerable para el espectador español por la falta de información y cultura sobre nuestro país de aquellos que pretendían ambientar la película, en esa bonita ciudad que es Salamanca.
Con un reparto de lo más peculiar, que une a Dennis Quaid con Matthew Fox (al que cuesta verlo fuera de una isla), a Eduardo Noriega con el oscarizado Forest Whitaker o a testimoniales presencias de Sigourney Weaver o Zoe Saldana, "Vantage Point" (conocida por aquí como "En el punto de mira") parte de un punto de partida bienintencionado y esforzado para tratarse de un film de acción de rápido consumo. Pete Travis ("Omagh"), el director del evento, se toma la molestia de narrar su película desde diferentes ópticas, las pertenecientes a los personajes que asisten a un discurso político de carácter internacional en Salamanca (y donde como no, está presente el presidente de los EEUU), y ese empeño es loable, aunque su falta de continuidad y la discutible utilidad de determinados puntos de vista en favor del desarrollo de la historia ponen en tela de juicio la necesidad de esta técnica como motor narrativo de la película.
Considerando entonces que esta técnica, instaurada por el gran Akira Kurosawa en "Rashomon", es tan solo una excusa como cualquier otra para hacer llamativa la propuesta, "Vantage Point" se reduce a un mero thriller conspiratorio y terrorista post 11-S, que es al fin y al cabo a lo que tiende la narración de Pete Travis.
Ya sea por imposición del que pone el dinero, del propio género o de la incapacidad de director por llevar a buen puerto este planteamiento "En el punto de mira", no es constante con su propuesta, que se presumía interesante, y acaba siendo sumamente previsible. Tan solo un entretenimiento rápido, donde se agradecen sus 90 minutos de duración, y donde destaca una buena secuencia de persecución automovilística por las calles de una desconocida Salamanca, deudora del mejor Jason Bourne.
Porque lo de Salamanca, se las trae. Los charros deben sentirse absolutamente ofendidos por la imagen de su ciudad ofrecida por la película, en donde el desconocimiento y la ignorancia ha llevado a sus creadores a pensar que podían convertir dos ciudades mexicanas como Puebla y Cuernavaca en la ciudad salmantina. Por "Vantage Point", que se desarrolla casi enteramente en la Plaza Mayor de Salamanca, deambulan policías que parecen salidos del Mundial de Mexico 86, la práctica totalidad de extras oriundos de Sudamérica, señales de tráfico que jamás se verán en nuestro país o barrios que podrían pertenecer a Tánger. Y todo eso, es algo que a ojos de los espectadores yankees pasará desapercibido, pero que aquí resulta ridículo, cutre y vergonzoso. A la altura de aquellas falleras en la Semana Santa Sevillana que vimos en "Misión Imposible II".
"Vantage Point" es una insuficiente (aunque ligeramente entretenida) cinta de acción, que traiciona a su premisa inicial, que se convierte en previsible en el momento en que esconde a personajes de importancia en la trama (por lo que ya sabemos quien es juega sucio), que cuenta con una pobre parte final y que además no será tolerable para el espectador español por la falta de información y cultura sobre nuestro país de aquellos que pretendían ambientar la película, en esa bonita ciudad que es Salamanca.
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